jueves, 27 de diciembre de 2007

Historia de La Estancia

En 1955 abrió el grill California en la "casa de pisos" de Lavalle 941, arriba funcionaba la Escuela Superior de Gendarmería. Corrían años prósperos, las capas medias superaban el 60% de la población. Lavalle era una nube de gente a la de salida de los cines y Corrientes "nunca dormía".

El 7 de noviembre de 1962 el grill California se transformó en el asador La Estancia. Su primer gerente Emilio Rodríguez llevaba, curiosamente, el apellido de quien fuera casi cuatrocientos años atrás el primer dueño del solar: Juan Rodríguez.

La Estancia fue un éxito instantáneo, sus dueños, que venían de una España empobrecida habían prosperado en la gastronomía gracias a la asociación y el trabajo duro. No hubo improvisaciones. El lugar era una recreación para las capas medias de lo esencial del gusto argentino. La entrada estaba flanqueada -y todavía está- por dos vidrieras: un fogón rodeado de asadores con chivitos dorándose despacio, a la izquierda; y una parrilla con achuras y diversos cortes de carne, a la derecha. Ambas vidrieras son como extrapolaciones fantásticas, peceras enormes que incluyen cocineros gauchos y paisajes camperos.

El salón con capacidad para 450 personas está dominado por un mural de Fontán que representa un potrero, precisamente de estancia, con novillos paseándose por el perímetro, casi a punto de irrumpir entre las mesas.

En 1978, cuando Lavalle se convirtió en peatonal, el salón de La Estancia era atendido por 40 mozos que se turnaban día y noche, se trabajaba tanto que uno de los mozos solía entregar a los clientes la cuenta junto con su propia billetera para que se cobrasen y tomaran el vuelto mientras él atendía otra mesa.

En 1980 la Escuela de Gendarmería dejó la planta alta, la gente laboriosa de La Estancia aprovechó la ocasión para expandirse. Inauguró un salón llamado Emperador, decorado al estilo francés, fiel al carácter de la época de "la vaca atada".

Hoy, el gerente de La Estancia es Avelino Domingo Fernández, un hombre que empezó a trabajar desde los 14, limpiando cubiertos con arpillera y puloil en Las Cuartetas -tradicional pizzería en Av. Corrientes 838-, siguió trabajando en el grill California, y luego en La Estancia, desde que abrió en 1962.

Recuerda Avelino Fernández que La Estancia fue visitada por dos presidentes en ejercicio de sus funciones. El primero fue Héctor J. Cámpora en 1973. Tenía reservada una mesa para 20 personas. El Presidente salió del cine Atlas donde había visto Juan Moreira y llegó hasta La Estancia caminando. Fue victoreado y aplaudido al entrar, accedió a sacarse fotografías con todos. Comió asado y bebió vino de la Casa. Al retirarse entonó la marcha peronista con sus acompañantes y todo resultó muy cordial.

El segundo fue Carlos S. Menem en 1994. Año de campaña para su reelección. ¡Había 450 invitados! Me hicieron saber con antelación lo que iba a comer, recuerda Don Avelino: solamente pollo deshuesado; y para tomar, champagne "del bueno". Era lo único que podía tomar por razones de salud.(sic) Además no quería la botella en la mesa, había que traerle la copa servida desde adentro. El Presidente saludó a todos, poniendo mucho cuidado de no olvidar al personal. Apenas ocupó su lugar sucedió lo imprevisto. Apareció recortada en la entrada del local la silueta de Norma Plá. Luego hubo gritos, de ella y de los demás jubilados que la acompañaban. La policía no los dejó entrar, pero los gritos entraban: pedían alimentos, remedios, aumento de las jubilaciones.

En estos dias, la mayor parte de la población se hace eco de aquellos gritos. Lavalle ya no es la calle señorial de los principios del siglo veinte, tampoco es la calle de los cines. Ahora se parece a un sueño perdido. La Estancia se distingue en ese sueño, el de un país ganadero y refinado. Una representación atractiva para el turismo… y para los amantes de la historia.


Historia extraída de:
http://www.periodicovas.com

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