martes, 16 de septiembre de 2008

Pepsi Music


Como aperitivo a la maratón que dará comienzo en dos semanas, el Pepsi Music empezó a trotar con una fecha acorde al line up de lujo que presenta este año. De movida, ver en acción a los precursores del retro rock, precedidos por el mejor exponente del nuevo rock argentino, además de la banda de un Soda Stereo, era una tentación que no admitía objeción alguna. Así, desde las siete de la tarde, el ex Estadio Obras fue adquiriendo un tono festivalero.

Mientras el público ocupaba sus lugares, Banda de Turistas pisó las tablas para justificar el hype que la precede. Con un set que apenas superó los veinte minutos, el quinteto desplegó su psicodelia beat y se despachó con media docena de canciones, entre las que se destacaron: “La Máquina Favorita” y la hipnótica “Las Sombras Han Ganado”. Escuchar a este combo sub-20, es como levantarse de la cama una mañana y toparse con que la parte olvidada de tu discografía se convirtió en un Frankenstein hermoso, quien te recuerda las razones del porque el rock despierta tanta pasión. Entonces, los aplausos que despidieron a los turistas le dejaron la mesa servida a Mole.

En sintonía con su nombre, la propuesta de Charly Alberti y cía aplasta al oyente con ritmos pesados, bajos gordos y distorsión. Acá, la sutileza pop made in Soda no tiene campo de acción. Todo es grande, voluminoso y abrasivo. Mole invita a revolear melenas con una fórmula que en los noventa exportaron desde Smashing Pumpkins hasta Babylon Zoo. Amparado en un puñado de temas de su placa debut (“El Bote”, “Gladiador” y “Graffiti”, entre otras) y mucha (demasiada) pose rockstar, el grupo de los hermanos Alberti recién al final consiguió levantar la temperatura de la audiencia. Pero, para entonces, la expectativa estaba focalizada en los ilustres visitantes.

The Hives, más que provocar una urticaria, genera explosiones en esa parte del cuerpo donde el rock&roll más salvaje erosiona: en las tripas. A pesar de su refinado look en blanco y negro, los suecos no están para cócteles. Todo lo contrario. Ellos transpiran en ese garage donde los Stooges causaban estragos, los Clash redefinían el punk y Weezer jugaba al sarcasmo indie. Ya desde el comienzo con “Hey Little World”, el quinteto develó que su propuesta en vivo no es para corazones débiles. No habían pasado ni cinco minutos de show y el Templo del rock era una caldera.

Canciones como “Walk Idiot Walk”, “Die All Right” y “Diabolic Scheme”, gozan de una urgencia tan demencial que causa escozor. Además, The Hives encuentra en su cantante a un showman sin límites. Con su imagen de rockero sibarita en estado de shock, Howlin' Pelle Almqvist manipula a la audiencia a su antojo. Se pavonea sobre las tablas y, entre gestos de comedia a la Jim Carrey, no se pone colorado al vociferar que en su banda tocan los Maradona del rock o que son la mejor experiencia del mundo en materia musical.

El vocalista puede resultar tan entrañable, que hasta se lo absuelve del latiguillo insoportable de gritar entre tema y tema: “Argentina, te amamos”. Todo gesto demagógico queda triturado por la máquina de rock&roll lascivo que es The Hives en escena. Y al público argentino eso le encanta. A tal punto que, en los bises, el corazón de la arena se transformó un pogo gigante como hacía años no se veía en respuesta a un grupo extranjero. En definitiva, la edición ’08 del Pepsi Music tuvo su bautismo con explosión y adrenalina. Los motores están bien calientes. Ajustate el cinturón.

Fuente:http://www.10musica.com
Fecha:15/09/2008

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