jueves, 27 de diciembre de 2007

Historia de Los Galgos

En 1857 pasaba por Lavalle, cruzaba Callao, y se internaba por el actual pasaje Discépolo, la famosa locomotora La Porteña.

En 1859, cuando se produjo el enfrentamiento entre la Confederación y la provincia de Buenos Aires, Mitre atrincheró la ciudad por la calle Las Tunas.

En 1878 la línea férrea se levantó porque obstaculizaba el crecimiento urbano. Las quintas se loteaban y convertían en pequeñas fábricas, talleres, viviendas.

En 1880 desapareció el tunel y se erigió en la esquina de Lavalle y Callao una casa de dos plantas que fue residencia de la familia Lezama. La casa fue alquilada en 1920 a la firma Singer, que instaló allí un local de venta de máquinas de coser.

En 1925 el lugar fue farmacia y en 1930, un asturiano aventurero aficionado a la caza y a las carreras de perros le dio su destino actual convirtiéndolo en bar y almacén. Le puso nombre: Los Galgos.

En 1948 lo compra José Ramos, mantiene el nombre, la boisserie, una manija chopera con forma de cisne, las mesas, las sillas, y dos galgos de porcelana que tenía el Asturiano.

Desde la década del treinta Los Galgos fue testigo y parte de las transformaciones del barrio. El desplazamiento de las fábricas y los talleres por suntuosas mansiones, la afirmación de la avenida Corrientes como eje cultural de la ciudad, y el desplazamiento de las mansiones por edificios altos, de oficinas o viviendas.

En los cincuenta, sesenta y setenta, el bar abría 24 horas y era frecuentado por políticos y artistas. Fueron asiduos de Los Galgos: Enrique Santos Discépolo, Aníbal Troilo, Arturo Frondizi, Oscar Alende.

Actualmente, sólo abre de 6 a 20, y están al frente los hijos de José Ramos: Horacio, Alberto e Inés; y también los galgos de porcelana, sentados sobre sus patas traseras, elegantes y antiguos. Los galgos parecen esperar al Asturiano. Parecen estar allí desde siempre, o llegar desde un tiempo remoto trotando entre las mesas, oliendo las manos de Troilo, ladrando a La Porteña, o corriendo alguna liebre por un tunal olvidado.


Historia extraída de:
http://www.periodicovas.com

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