viernes, 13 de febrero de 2009

GLK de Mercedes Benz


Lo que más complica a la hora de subirse al nuevo GLK es tener que mirarlo y convencerse de que se trata de un Mercedes Benz auténtico. El resto es fácil. El lujo y calidad interior del todoterreno desborda los ojos, el andar es impecable, y hasta los más sutiles requerimientos de un pasajero están anticipados en un habitáculo altamente funcional. Pero el look exterior, esa es una cosa que no se digiere tan fácilmente, menos para un purista de la marca.

De alguna manera recuerda el efecto que causó entre los clientes de siempre de la marca la variante Avantgarde del nuevo Clase C, que por diseño iba en busca de un consumidor más moderno. Suponemos que acá pasa lo mismo, y que mientras las clases ML y GL atacan al cliente convencional, el GLK propone un juego distinto para gente con más espíritu.

El GLK es un modelo de volúmenes marcados que fue tallado a martillo y cincel y con sus cortes realizados con hacha. Con esto, la marca intenta transmitir la fortaleza que todo 4x4 debe tener, por mucho que haya amononado su tamaño. Pero estas líneas excesivamente angulosas no aparecen dentro de los libros de Mercedes Benz por ninguna parte. Pareciera que hay una mezcla de ADN más que una genética pura, sin saberse muy bien si esta es una aventura en solitario o si abrirá una nueva vertiente de ideas futuras.

Tampoco hay concordancia de marca en su diseño interior. Las líneas angulosas de la trompa y costados del coche se replica en el panel, y las formas rectas dominan. Eso sí, donde claramente se aprecia que estamos dentro de un Mercedes Benz es cuando se palpan sus materiales y se examinan sus terminaciones.

Porque la marca puede que esté divagando en cuanto a diseño, pero la atmósfera exquisita que reina en los habitáculos de sus autos se percibe claramente en el GLK. Por lo pronto, la posición de manejo es magnífica, alta, con una butaca suave y envolvente, con el volante que se ajusta en altura y profundidad, y con mucha visibilidad. Y los pasajeros tampoco la pasan mal, ya que atrás caben dos personas muy bien. Al medio no intente sentar más que a un niño, ya que dicho lugar fue concebido más para separar a ambos pasajeros que para llevar a uno.

Obviamente que todo lo que se espera de un Mercedes Benz en cuanto a equipamiento está en este modelo. En seguridad, seis airbags, reposacabezas activos, control de tracción y estabilidad, frenos ABS, luces de xenón adaptativas, sensores de lluvia, luminosidad y estacionamiento, entre otros. En confort, climatizador, radio para CD y MP3, computador a bordo y todo lo demás que se le ocurra.

ANDAR AMERICANO


Respecto del manejo, vale decir que la unidad testeada es un GLK 280, lo que se traduce en un motor V6 3.0 que eroga 231 Hp y un torque de 300 Nm desde las 2.500 rpm. Viene asociado a la extraordinaria caja automática 7G-Tronic de siete marchas.

Claramente está más alineado con la ciudad y las autopistas que con el campo y los obstáculos, pero aún así, tiene un sistema de tracción inteligente que normalemente reparte el par 45/55 entre los ejes delantero y trasero, pudiendo modificarlo de acuerdo a las necesidades de la ruta. En ese sentido, el andar es muy dinámico, seguro y confortable.

Y si bien el GLK se fabrica en Bremen (Alemania), hereda mucho del estilo americano de su padre biológico, la clase GL, en lo que a suspensión, dirección y entrega de potencia se refiere.

Primero, porque la amortiguación es suave y muy efectiva, pero no tiene rebotes desagradables ni balanceos excesivos que pongan en riesgo la estabilidad del auto en velocidad; segundo, porque el tacto de la dirección, si bien está generosamente asistida, transmite a la perfección lo que está ocurriendo debajo de las ruedas, y tercero, porque pese a tener un gran torque y muchos caballos, el GLK no se siente brutal ni desbocado, sino muy caballeroso incluso si el pedal se pisa con decisión.

Fuente:http://www.latercera.com
Fecha:13/02/2009

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