martes, 13 de mayo de 2008

Las oficinas porteñas de Google

El Dock del Plata, en Alicia Moreau de Justo 350, parece ser un edificio de oficinas común y silvestre, como otros tantos en Puerto Madero. Hasta que uno sube al segundo piso y ve los sillones extravagantes, la pantalla de plasma proyectando Google Earth, y los números de colores. ¿Es esto una oficina? Algo así: es la nueva sede de Google en Buenos Aires.

El gigante de internet llegó a Argentina en abril de 2007, pero recién comenzó a instalarse en su actual ubicación hace un mes. Con la sola excusa de presentar los tres mil metros cuadrados de sus nuevas instalaciones, el jueves abrieron sus puertas a los invitados.

"Siempre nos piden los números de Google. Ahora les voy a mostrar los números de Google", anunció Alberto Arébalos, Director de Comunicaciones Corporativas y asuntos públicos de Google para América Latina, antes de señalar unos coloridos almohadones con forma de números que poblaban todo el edificio.

Sin embargo, de números no hablaron: apenas mencionó que allí trabajan unas cien personas, 70% argentinos y el resto de distintas nacionalidades, cuyas edades promedian los 25 años. Consultado sobre Google Enterprises (servicios corporativos destinados a empresas), Arébalos contó que sí, que lo estaban vendiendo pero se negó a precisar cuántos y quiénes son sus clientes.

"Es la primera vez que el tercer mundo sirve al primer mundo y están muy shockeados cuando ven que lo hacemos bien" afirmó el mexicano Gonzalo Alonso, director General de Google para Latinoamérica, que tomó la palabra tras formar el 69, ("mi número favorito", dijo) con las almohadas numéricas. Y agregó: “Dado el nivel de talento que encontramos en la Argentina no se descarta el desarrollo de nuevas aplicaciones en estas oficinas”

Paseo por el paraíso (laboral). Tras la breve presentación, nos invitaron a recorrer las instalaciones. Lo primero que salta a la vista es... todo. Parece increíble que sea un lugar de trabajo. Pero lo es, y se nota en los amplios escritorios, con monitores planos enormes y tecnología por todas partes, aunque estén decorados con monos de peluche y otros objetos personales.

Hay siete salas de reuniones, cinco de ellas con videoconferencia, distribuídas por todo el edificio con nombres de personajes de historieta (Mafalda, Miguelito, Susanita, Gaturro, Clemente, Hijitus y Condorito). Aún así, muchos empleados prefieren la informalidad de uno de los tantos mini-livings, con cómodos sillones que pueblan el edificio.

A la hora de descansar, los googlers pueden ir a cualquier hora a la sala de juegos, que cuenta con ping-pong, metegol, playstation y ajedrez. Si necesitan más relajación, pueden sentarse en el sillón masajeador o pedir una sesión de masajes (en silla o camilla) en el cuarto destinado a ello. Además hay ducha y servicio de lavandería de toallas.

Para paliar el hambre, hay de todo: heladera con todas las bebidas, fruta, yogures, una moderna máquina de café y leche, y surtido de golosinas propio de un quiosco: barras de cereales, galletitas... Todo gratis, repartido entre dos kitchinettes y el comedor, que también oficia de salón de eventos para 80 personas.

El edificio entero está conectado a internet inalámbrica (wi-fi) y decorado con los colores y motivos de la empresa. Todo con la intención de generar un ambiente cálido y amigable, que refleje imágen corporativa de Google y su cultura del trabajo abierta. Y lo cierto es que lo logra: uno deja las oficinas con el innegable deseo de trabajar ahí.

Fuente:http://www.perfil.com
Fecha:13/05/2008

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